¿Recuerdas ese profesor que hizo que te gustaran las matemáticas, el arte o la literatura?
No aquel que te enseñó las fórmulas, a dibujar o a leer poesía, si no el que hizo que disfrutaras de ello con ilusión y motivación.
El Legado.
Si intentamos recordar un “profe” que nos haya marcado de alguna manera, a todos instantáneamente nos viene uno a la cabeza, a veces para bien y otras para mal, pero siempre vamos a recordar aquel que nos marcó, da lo mismo el tiempo que haya pasado, ¿recuerdas al tuyo?
Son personas que sienten tanto disfrute cuando se implican en la actividad de enseñar que son capaces de dejar un poso a largo plazo, un recuerdo que transciende a ellos mismos y a los años.
Conectan mucho con su sentido vital porque enseñar es lo que de verdad les llena y sienten muchísima motivación con lo que hacen.
Podríamos decir que el legado está muy presente en los docentes. Es una gran responsabilidad, pero es una enorme fuente de realización personal. Quieren lo mejor para la otra persona y también aprenden de las “personitas” a las que acompañan.
¿Qué es lo que han tenido en común todos esos profesores de los que nos acordamos mucho tiempo después, pase el tiempo que pase?
Son “maestros” en todos los sentidos de la palabra. Normalmente no se recuerdan por lo que nos enseñaron o lo que nos descubrieron, sino por cómo lo hicieron.
En nuestros primeros años de vida y sobre todo en la adolescencia, cuando la clave de lo que se está forjando tiene que ver con la estructura emocional, que una persona se acerque a nosotros y nos acompañe y lo haga desde el encuentro, desde hacernos sentir que somos importantes por como soy, por lo que soy y no porque haga las cosas bien o mal, es una de las claves de porque nos acordamos con un especial cariño, de determinadas personas incluidas profesores, y no de otras.
Tiene que ver mucho con esa parte de la educación que nos enseña a ser persona y no tanto con los conocimientos académicos, eso está en los libros.
¿Cómo nos influye ese legado de un buen maestro?
Durante la adolescencia empezamos a separarnos de nuestros valores familiares y a forjar nuestra personalidad y nuestra propia escala de valores, y es en ese momento cuando quizás al acudir a un adulto que no sea un familiar, tenemos muy en cuenta a nuestros profesores, vamos a sentir que pueden ser figuras que nos guíen y nos acompañen en esta etapa tan convulsa de la vida, sin juzgarnos y valorándonos únicamente por SER.
Suelen ser figuras que nos “rescatan” en momentos complicados y se involucran desde un punto de vista muy humano y desinteresado por nuestro bienestar. Nos ayudan a darnos cuenta de cosas que nuestros padres por más que nos dijeran, no les íbamos a creer. Son relaciones no mediadas, nos acompañan por ser nosotros y no por hacer las cosas de determinada manera.
El profesor que deja huella es el que nos ha enseñado a ser humanos y eso sólo lo puede hacer otro ser humano.
1 comentario en “Profesores que dejan huella”
Precioso y “real” como la vida misma!!